ENAMORIAMIENTO  VS. AMOR
 Hay  que  procurar no dejar las cosas del amor en manos exclusivamente del  corazón
De   entrada, lo que más nos llama la atención de alguien es el aspecto  físico. De  repente,
conocemos   a una persona que «nos gusta». No es sólo su menor o mayor belleza  física;  es
algo  más,  difícil de precisar. Los gestos, la forma de hablar, de moverse, nos  resultan
especialmente  atractivos. Más tarde, su forma de comportarse, la  relación que se va poco a
poco   estableciendo con esa persona, tienen algo de sugestivo, en especial,  que nos  va
cautivando   sin damos cuenta.
Aunque  no  siempre, se produce un «amor a primera vista», un «flechazo»
En  otras  ocasiones, esa persona puede resultamos poco interesante de entrada,  incluso
resultarnos  desagradable o pretenciosa. Sin embargo, según la  vamos conociendo más,
cambiamos   la opinión que en un principio nos habíamos forjado sobre ella,  volviéndonos
cada  vez  más receptivos.
LA   INTUICIÓN
En  estos  procesos la intuición juega un gran papel. No cabe duda de que todos  vamos
acumulando,  sin damos cuenta, una serie de experiencias y  conocimientos que dan lugar a
ciertas   asociaciones inconscientes. Es lo que algunos han llamado «memoria  experiencial».
Cuando,   por ejemplo, entramos en una habitación que nos es familiar y la notamos   distinta,
extraña,   buscamos el motivo hasta que al final identificamos que algo falta o  está  cambiado
de  sitio.  El aviso inconsciente es anterior a la explicación racional, porque sin  darnos  cuenta
hemos  ido  grabando en nuestra memoria la distribución, colores, etc., de ese  cuarto.
Igualmente,  cuando vemos a una persona y nos «cae mal» sin que  sepamos decir por qué,
se  están  poniendo en marcha procesos inconscientes de este tipo. Probablemente  hayamos
tenido   experiencias anteriores por las que identificamos ciertos gestos o  comportamientos
con  formas  de ser que nos desagradan, sin que encontremos una explicación racional  que
lo   justifique.
Lo   contrario sucede cuando una persona nos atrae. Intuimos que con ella nos   podríamos
compenetrar  y sentimos bien en su compañía. Pero muchas veces nos  equivocamos, esta
intuición   falla.
Esto  es  particularmente frecuente cuando nuestra situación afectiva es propensa  al
enamoramiento.  Entonces podemos proyectar nuestros deseos en casi  cualquier persona
en  la que  hallemos cierta sintonía. Como decía André Maurois, en ciertos períodos  de  la
vida   estamos débiles afectivamente y, como la persona que está baja de  defensas,  estamos
a  merced  de cualquier virus que pasa a nuestro alrededor, podemos enamoramos  de
cualquiera.
LA  VOLUNTAD  Tras  esta  primera fase de atracción física y psíquica se comienza a considerar la  posibilidad
de  que  también nosotros le hayamos gustado. Por eso es más fácil enamorar, si  esto  se
pone  de  manifiesto, de forma más o menos entrevelada. Es el juego de la  coquetería en  sus
diversas   manifestaciones.
Después   viene el momento más peligroso, cuando consideramos la posibilidad  de
enamorarnos.  En este punto actúa la voluntad. Si dejamos esta  puerta abierta ya estamos
perdidos.   El amor se nos cuela sin darnos cuenta, y cuando queramos reaccionar  estamos
atrapados.
Se  van  configurando una serie de procesos que nos alejan de la realidad hasta  llegar a  un
estado,  en  palabras de Ortega y Gasset, de «imbecilidad transitoria».
Por  un  proceso denominado «catatimia» percibimos de otro modo todo lo referente  a  esa
persona.   Nuestra afectividad deforma estas percepciones acercándolas a nuestros  deseos:
la  vemos  más guapa, más interesante, más inteligente, etc., aunque los demás no  estén  de
acuerdo   con nosotros. Por eso se dice que el amor es ciego. Además se produce  una
«proyección  atributiva inconsciente», fenómeno que consiste  esencialmente en completar,
sin  darse  cuenta, los aspectos desconocidos de la persona objeto de amor con los  atributos
que  el  enamorado desea, por lo que ésta queda idealizada.
PENSAR  EN  TI
El   enamoramiento es una pasión y, como tal, organiza la personalidad con el  único  fin de
obtener  el  objeto que la nutre, el ser amado. Los enamorados se ven arrastrados  y
dominados   por él. No pueden dejar de pensar en esa persona ni concentrarse en otra   cosa,
aunque  lo  intenten. Se cambia de forma de pensar. Si hace falta, todo se  justifica,  el
corazón   anula la razón, todo vale si es para poder estar con esa persona, no se  soporta  su
ausencia,   se quiere poseer a toda costa, y de ahí la expresión «te  comería».
Naturalmente,  hay personas más o menos apasionadas, por lo que  estas transformaciones
son  en  algunos casos mucho menos intensas que en otros, pero en todos los casos   los
aspectos   afectivos se imponen a los racionales.
Después,   cuando la intensidad del enamoramiento va cediendo, comienzan a surgir  poco  a
poco   algunas dificultades, dudas y problemas. ¿Será capaz de queremos tal  como  nosotros
la   queremos?, ¿merece realmente la pena? Amar y enamorarse son cosas bien  distintas.
El  amor es  un sentimiento de estimación ajena, del que nos sentimos autores, que  se
prolonga   en el tiempo con relativa independencia de las circunstancias  extremas,
dependiendo  de la voluntad y capacidad personal para  nutrirlo.
En  el amor  no hay voluntad de posesión como en el enamoramiento, sino deseos de dar   y
compartir.   Deseos que se proyectan ampliamente en el tiempo, dentro de un  proyecto
común  con  la persona amada. Es un sentimiento que cambia el rencor por perdón, los   celos
por   confianza plena, la rivalidad por colaboración, la intolerancia por  comprensión,  el
egoísmo   por generosidad.
AMAR  Y  ENAMORARSE SON COSAS BIEN DISTINTAS
AMOR
•  Se  experimenta como
voluntario.
•   Elaboración más racional.
•  Deseo de  dar y compartir.
•   Experiencia afectiva poco
intensa.
•   Experiencia afectiva profunda.
•   Comportamiento congruente
con  la  afectividad.
•   Paciencia.
•   Planificación..
•   Constancia.
•   Conductas maduras.
•  Da  estabilidad emocional.
•  Bastante  objetividad de
apreciación.
•  Lo  físico y lo sexual no es tan
importante.
•   Proyección amplia en el
tiempo.
ENAMORAMIENTO
•  Se  experimenta como
involuntario.
•   Elaboración más irracional.
•  Deseo de  poseer y celos.
•   Experiencia afectiva muy
intensa
•   Experiencia afectiva superficial
•   Comportamiento ambivalente y
contradictorio  (paso al odio).
•   Impaciencia.
•   Improvisación.
•   Inconstancia.
•   Conductas inmaduras.
•  Da  inestabilidad emocional.
•  Gran  subjetividad de
apreciación
•  Lo  físico y lo sexual es muy
importante.
•   Proyección a corto plazo.
LA   RELACIÓN PERFECTA
Generalmente,  el amor surge del enamoramiento. La relación se va  transformando
paulatinamente,  y según se atenúa el apasionamiento inicial va  aumentando el amor
progresivamente.  En otros casos sucede al contrario: la relación  comienza por el amor que
se  tiene a  una persona y casi sin damos cuenta descubrimos que estamos  enamorados.
El   enamoramiento sin amor carece de consistencia y está abocado al fracaso.  El amor  sin
enamoramiento  sí la tiene y puede mantener una relación  satisfactoria para los dos. Si
existe   amor y enamoramiento, la relación es perfecta.
Por  este  motivo, hay que procurar no dejar las cosas del amor en manos del  corazón
exclusivamente.  También hay que considerar, desde una perspectiva  más racional, las
posibilidades  que tenemos de poder establecer una relación  satisfactoria y duradera con
una   persona en concreto. Nuestra capacidad y voluntad de amar y la suya.  Las
circunstancias  que rodean a esa persona, su familia, sus amigos,  etc., ya que todo esto
vendrá  a  formar parte de nuestro mundo.
Muchas   veces, los problemas aparecen cuando no se encaja, por el motivo que  sea, con  la
familia  o  los amigos del otro. Se puede tender a evitar esta relación, incluso a  intentar  alejar
al  otro de  sus seres queridos, lo cual no se suele aceptar, ni es bueno, ya que son   vínculos
antiguos  y  naturales que, generalmente se deben respetar y aceptar.
Un  nivel  cultural e intelectual parecido también va a favorecer una buena  comunicación
entre  esas  dos personas. Una comunicación amplia, libre, espontánea, sincera  y
participativa  es esencial para lograr una relación afectiva  adecuada.
Un  estilo  de educación parecido va a evitar muchos roces o  comportamientos
desagradables  de la vida cotidiana, lo cual es verdaderamente  importante a medio y largo
plazo.   Muchas relaciones se estropean por el rechazo que termina produciendo la  falta  de
hábitos   higiénicos, comportamientos groseros, etc.
Cuando  se  tienen planteamientos parecidos y realistas, si se piensa del mismo  modo,
particularmente  en lo que se refiere a cuestiones fundamentales,  es más probable que se
llegue  a  un acuerdo en estas cuestiones, por lo cual son siempre preferibles  una
concordancia  ideológica, escalas de valores similares y  orientaciones parecidas en la forma
de  ver la  vida.
Tener   aficiones parecidas constituye una ventaja en la mayoría de los casos,  ya que  facilita
la   posibilidad de compartir mejor el tiempo de ocio; no obstante, en otros  casos,  cuando se
trata  de  personas abiertas, el tener aficiones distintas puede resultar  enriquecedor,  siempre
que  el  otro se muestre interesado en las mismas, ya que puede verse ampliado en   este
campo.
LA   MADUREZ
Una  cierta  madurez de personalidad es imprescindible para poder establecer una  relación
afectiva   adecuada y duradera. También hay rasgos de personalidad favorables en  este
sentido.   Esencialmente consistirían en una buena capacidad para dar y recibir  afecto,  para
comprender   al otro, para adaptarse a los cambios y dificultades, en una  suficiente
estabilidad  emocional, sentido de la lealtad y  fidelidad.
Tener  una  cierta imaginación para evitar la rutina y saber disfrutar de la vida  dentro de  cada
circunstancia  suele evitar que la relación caiga en el tedio de  la monotonía. Un buen sentido
del  humor  desdramatiza muchas situaciones y alegra la vida a los  demás.
El  respeto  al otro es esencial para la vida afectiva, y esto implica establecer una   relación de
igualdad,   de persona a persona, en la que todo se comparte, desde lo que se posee a   lo
que  se  decide.
Es  cierto  que en algunos casos la relación puede modificar hábitos previos  inadecuados,
pero   generalmente no sucede así. El abuso de alcohol, el consumo de drogas,  la
prodigalidad  en gastos, la tendencia excesiva al juego, las  conductas irresponsables y
caprichosas  son casi incompatibles con una relación afectiva  adecuada y duradera. Creer
que  estas  personas irán cambiando no pasa de ser, la mayoría de las veces,  una
ingenuidad.
CARACTERÍSTICAS  DE LA ELECCIÓN IDEAL
•   Atracción física mutua.
•   Aficiones comunes.
•  Buena  capacidad de comunicación.
•  Escala  de valores similar.
•  Buena  relación con los familiares y amigos del otro.
 Nivel   cultural y educacional sin grandes diferencias.  •   Capacidad intelectual parecida.
•   Concordancia ideológica
•  (ética,  religiosa, política, etc.).
•  Madurez  de personalidad adecuada.
•  Buena  capacidad para dar y recibir afecto.
•   Estabilidad emocional.
•  Sentido  del humor.
•   Capacidad para adaptarse a los cambios.
•  Lealtad  y fidelidad.
•   Proyectos comunes o compatibles (profesionales, número de hijos,  etc.).
•  Buena  tolerancia a las frustraciones.
•  Voluntad  de compartir.
•   Capacidad de comprensión y sacrificio.
•   .Tolerancia y generosidad
•  Respeto  del otro.
•   Conciencia de igualdad.
•   Planteamientos realistas.
•   Capacidad para no caer en la monotonía.
•  Ausencia  de hábitos inadecuados (alcohol, drogas, juego, etc.).
SABER   QUERER
Hay  una  última cuestión particularmente importante.. Aunque el amor, como  sentimiento,
tiene   siempre las mismas características básicas, no todo el mundo quiere de  la  misma
forma.  No  es suficiente con querer, sino que hay que saber querer.
Saber   querer es encauzar ese sentimiento hacia comportamientos de la práctica  diaria  que
logren  el  objetivo último del amor: hacer feliz al otro. Puede haber formas de  amar que  no
sean   adecuadas para la personalidad de ciertas personas y sí para  otras.
La   convivencia diaria entre dos personas siempre es difícil. Los pequeños  detalles  y
dificultades  del día a día pueden ir minando progresivamente una  relación hasta destruirla.
Decíamos   al principio que el amor tiene algo de incomprensible y misterioso. Es  cierto.  Sin
embargo,   si intentamos conocer mejor a la otra persona, a nosotros mismos y  comprender
un  poco  mejor estos sentimientos, seremos más realistas.
Si   cuidamos mejor la elección que hacemos y procuramos, no sólo con cariño,  sino  también
con   inteligencia, enriquecer esa relación día a día, tendremos muchas más  posibilidades de
éxito.
CÓMO  SABER  SI NUESTRA ELECCIÓN ES ACERTADA
Pregunta   muy importante. ¡Cuántos casos se dan en que ellos o ellas han llegado  al
noviazgo   casi insensiblemente! Vecindad, amistad entre familias, convivencia en  el  trabajo o
en  los  estudios y un buen día se encuentran «comprometidos»con aquella persona,  sin  que
tal   noviazgo haya sido objeto de una decisión tomada tras una seria  reflexión  personal.
Estimamos   que hay cuatro preguntas a las que uno mismo -y con toda sinceridad- ha  de
tratar  de  responderse:
1.  ¿Qué  actitud tiene mi novio/a en relación con sus padres?
¿Actitud   de respeto a sus indicaciones, o más bien «pasar» de cuanto ellos  dicen?
Las  cosas  se ven de distinto modo a los veinte que a los cincuenta años, pero  se
pueden   tener ideas distintas y respetarse mutuamente. Nada dice en favor de  un
joven,   aunque ya sea mayor de edad, el que campe por sus respetos sin tener  para
nada  en  cuenta el parecer de sus mayores.
Si  con los  propios padres tiene esa actitud, piénsese que la misma va a tener o  más
negativa   aún con los padres de su cónyuge, presentándose así, desde el  comienzo
de  la vida  matrimonial, graves problemas.
2.  ¿Qué  actitud tiene en relación con el trabajo?
Pensemos   en la importancia que el trabajo va a tener para la buena marcha de  un
hogar.  No  sólo porque de él provienen los ingresos económicos, sino porque  el
trabajo   -tanto el del hombre como el de la mujer- tiene un influjo de primer  orden  en
el  modo de  ser, en la actitud ante la vida y ante los hombres. Por ello es  importante
preguntarse:  ¿toma él con interés sus obligaciones o busca la  menor disculpa para
evadirse?,   ¿qué actitud tiene ella ante las tareas del hogar? Graves  problemas
suelen   plantearse cuando algunos de tan importantes aspectos no  quedan
debidamente  cubiertos en el nuevo matrimonio. Y ello puede ser ya  detectado en el
período   del noviazgo.
3.  ¿Qué  actitud tiene conmigo?
¿Actitud   de cariño, de delicadeza, de comprensión, o más bien de exigencia,  de
tozudez  en  cuanto a la imposición de sus ideas? ¿Soy mejor persona junto a él  o
ella,  o  más bien nuestro noviazgo es una fuente continua de peligros? Es claro  que
el   noviazgo lleva consigo muestras de cariño que no se dan en una  amistad
comente.  Y  son buenas y deben prodigarse. Pero la entrega del propio cuerpo  en
aquellos   actos que van directamente orientados a la generación de los hijos es  algo
específico   del matrimonio y para el matrimonio deben ser reservados.
4.  ¿Cuál  es su actitud religiosa?
El  que un  matrimonio tenga una fe común constituye, para la buena marcha  del
hogar,  un  elemento decisivo. Los criterios ante las dificultades que  pueden
presentarse  en la vida íntima conyugal serán los mismos. La  educación de los hijos
tendrá  una  orientación similar. Ante los grandes problemas de la existencia no  habrá
entre  los  esposos graves discrepancias. ¡Qué triste, por el contrario, cuando  las
ideas   religiosas de uno son objeto de silencio o, incluso, de burla por el  otro  cuando
el  hijo  contempla cómo aquellas obligaciones religiosas que su madre con  tanto
interés   trata de inculcarle nada significan para su padre! ¡Cómo se ve privado  el
hogar  de  momentos inolvidables vividos en común.
PELIGROS   QUE SE DEBEN EVITAR
Muchas  más  preguntas, en relación con la persona que aman, pueden hacerse los  novios.
Pero  las  cuatro indicadas les son suficientes para saber si su elección tiene o  no visos  de
ser   acertada. Y dos peligros deben evitar. El primero: el de no ser sinceros  en  las
respuestas:  recordemos cómo el enamoramiento desfigura los  hechos: no se ven las cosas
como   realmente son sino como uno quisiera que fueran. Segundo peligro: el  pensar  «es
verdad  que  deja que desear en tal o cual aspecto pero cuando llegue al matrimonio  ya
cambiará.   Yo me encargaré de ello». Y llega al matrimonio y sigue siendo como era,  o  peor
aún,  ya  que entonces no hay por qué fingir. Y el que en el noviazgo era un mal  hijo o  una
mala  hija  lo seguirá siendo después, no sólo con sus padres, sino con los de su  cónyuge.
Y  el que  ante el trabajo tenía una actitud incorrecta continuará procediendo del  mismo
modo..  Y el  que, excediéndose en sus intimidades, buscaba sólo el placer  continuará
buscándolo,  ahora fuera del hogar. Y al que carecía de  convicciones religiosas no le
surgirán   como por encanto después de la boda, y toda la vida del hogar se verá  afectada
por  su  indiferencia en aspecto tan importante..
¿Que  en  algunos casos hay un milagro? Puede ser. Pero los milagros no se dan  todos  los
días.   Quien planea la felicidad de su futuro hogar pensando en milagros, lo  más seguro  es
que  se  encuentre después con el fracaso más estrepitoso.
Por  otra  parte, no olvidemos que el noviazgo es período de prueba. Si a lo largo  de él se  ve
que  aquel  muchacho o aquella muchacha no son la persona indicada para ser el padre  o  la
madre  de  nuestros hijos, cortar. Cortar sin miedo a las presiones del ambiente,  de  las
familias,   del que dirán, etc. Más vale rectificar a tiempo que luego llorar toda  una vida  una
elección  mal  hecha. 
 
 
Gracias por la nota me a ayudado mucho, no sabia que tener pareja fuera tan dificil, pense que todo era color rosa jejeje, pero no importa hay que madurar.
ResponderEliminar